Supongamos que no tenemos que suponer lo que otros suponen.
Digamos que no tenemos que decir lo que otros dicen.
Imaginemos que no tenemos que imaginar lo que otros imaginan.
Gritemos que no tenemos que gritar lo que otros gritan.
Soñemos que no tenemos que soñar lo que otros sueñan.
Ese día, y solo ese día, seremos como queremos ser, y no como otros quieren que seamos.
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